En la sesshin de Val d’Isère, pedí la palabra para el primer mondo. Sensei y yo empezamos a gritarnos. Me dijo: “¡Váyase!” Le contesté: “¡No me voy, he pagado!” Sin embargo, seguí practicando en París. Poco a poco, nuestra relación se fue suavizando.
- Josy Thibaut:
- Con respecto a lo que ha pasado esta mañana con la enferma…
- Maestro Deshimaru:
- ¿Sí, señora?
- Josy (enérgicamente):
- ¡Ella pedía ayuda! ¡Estaba pidiendo amor! Y, sin embargo, ¡la echaste directamente del dojo! ¿Acaso la sangha excluye a gente así?
- Maestro Deshimaru:
- Si una persona molesta a otras doscientas, debe ser expulsada. Tiene que ir al hospital.
- Josy:
- Lo comprendo. Es la manera, quiero decir, ¡la manera!
- Maestro Deshimaru (golpeándose la sien con el dedo índice):
- Está un poco como ella también! […]
- Josy:
- ¡No ha hecho nada por ella!
- Maestro Deshimaru:
- Hemos consultado a su padre y a su médico. Tengo que ocuparme primero de mis discípulos normales. No a los locos. Un dojo es un lugar sagrado, no un hospital… Cuando su hijo vino al dojo de París (el maestro se refiere a su discípulo Stéphane Kosen), usted siempre me gritaba y me criticaba. Pero luego la sorprendió cómo había cambiado su hijo. Vino aquí y quedó impresionada, pero no del todo. La loca la influyó, y ahora también está un poco loca.
Mondo, 27 de julio de 1978 – Citado por Philippe Coupey – Sit: Zen teachings of master Taisen Deshimaru.
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