En verdad, [la monja Myôshin] estaba más allá de los tres grados de sabiduría y los diez grados de santidad, y este acto de Despertar fue el de una sucesora en la línea directa de los budas y patriarcas. Por eso, hoy en día, cuando en un templo queda vacante el puesto de superiora o superiora adjunta, debe contratarse a una monja que haya alcanzado la Iluminación. Aunque sea el monje más antiguo con muchos años de práctica a sus espaldas, un monje que no ha alcanzado la Iluminación es inútil.
Dogen – Raihai-tokuzui – 1240 – Citado en Trois leçons de zen, Gallimard